martes, enero 23, 2007

ANSIEDAD EN EL SQUASH*

ANSIEDAD EN EL SQUASH

Un nivel bajo de ansiedad es favorable, ya que está asociado con el estado de alerta que tiene todo deportista. En este estado, se pueden percibir con claridad y rapidez todos los estímulos del entorno y procesarlos eficientemente.
Podemos pensar que es éste el nivel que se alcanza incluso durante las prácticas que se realizan para cumplir con un objetivo determinado, pues en ellas los jugadores están pendientes de la efectividad de sus golpes.


Un nivel intermedio de ansiedad y que aparece en las competencias es ya desfavorable, pues surge cuando aparece el miedo al error.

La ansiedad se genera fundamentalmente por los pensamientos racionales negativos (cuidado con pegar en la chapa, etc.)
Estos pensamientos le otorgan identidad al error, pues lo tienen presente y al ser repetidos, la mente los incorpora como datos reales. Con ellos elabora el plan psicomotriz que le dará las instrucciones al cuerpo para que termine cumpliendo lo temido.


La ansiedad intermedia produce una serie de alteraciones fisiológicas relacionadas con el ataque, la huida o la represión ( de acuerdo a cada personalidad) lo cual hace aumentar los ritmos cardíaco y respiratorio, dilatar las pupilas y generar adrenalina que se vuelca al sistema sanguíneo incrementando la energía muscular. Aparecen sensaciones de opresión en lugares situados en la línea media del cuerpo, como la garganta, pecho o estómago.
También genera alteraciones psicológicas, en forma de cadenas de pensamientos negativos, que termina con profecías catastróficas.
Estas pueden llegar a ser tan intolerantes, que muchos jugadores entregan los partidos.

El entrenamiento psicológico tiende a disminuir este nivel de ansiedad mediante técnicas de relajación, respiración, visualización, focalización, modificación del diálogo interior, etc.
El nivel superior de ansiedad, es donde se produce el desborde de la misma. En este caso ya no alcanzan a compensarla las técnicas psicológicas y corporales aprendidas. Se relaciona con una situación de inminente peligro y produce reacciones que denominaremos somatizadoras. Estas reacciones son totalmente inconscientes y producen una descarga de ansiedad a través del cuerpo, modificando el tono de ciertos grupos musculares, produciendo defectos técnicos y errores muy notorios, además de lesiones musculares y articulares. Entre los aficionados producen conductas notorias como el de arrojar la raqueta, romperla o insultar aquello que se encuentre a mano.

Los desbordes reiterados van dejando una huella, que luego tiende a ser transitada en situaciones similares, así se explican los tiros defectuosos repetidos y las conductas atípicas de algunos jugadores.
Los tres niveles de ansiedad que se llegan a alcanzar durante las competencias, dependen fundamentalmente del perfil psicológico del jugador y de su conflictiva personal, familiar, laboral y social.


La caída del rendimiento por la ansiedad posee excepciones, en ciertas oportunidades durante una competencia y sin que todavía se conozcan las causas que los generan, el jugador ejecuta tiros espectaculares, sabiendo incluso de antemano que el resultado será óptimo. A esto lo llamamos cuando nos referimos a presentir el resultado de un golpe determinado.

Este estado de éxtasis o de inspiración se lo denomina "estar en la zona o momento blanco" y no obstante los esfuerzos que se realizan para comprender sus orígenes, estos estados hasta ahora son irrepetibles a voluntad, ni tampoco se pueden mantener por medio de la misma.

La enseñanza tradicional, que ha privilegiado y facilitado la vía racional, brinda ese camino a los pensamientos negativos y estos, muchas veces generados en conflictos personales no squashisticos, surgen enmascarados como avisos de precaución o de control, que pueden llegar a alterar y hasta cambiar totalmente la información que sirve para diseñar en la mente el plan psicomotriz del swing de cada golpe.

Por otro lado el aprendizaje que se apoya únicamente en las habilidades instintivas del jugador, no se siente tan afectado por los pensamientos negativos y éste compite más distendido, pues confía más en sus habilidades corporales.

El gran problema de estos jugadores, es que si por algún motivo pierden la confianza en sus instintos, es muy difícil recuperarla, pues no existen correcciones racionales mediante las cuales lo puedan lograr.

Jugar al squash posee un atractivo muchas veces inexplicable, pues las caras y actitudes de los jugadores dentro de la cancha y el relato insistente de los errores que han cometido luego de terminado el partido, haría pensar que sufren tanto que nunca volverían a competir. Todo lo contrario, vuelven indefectiblemente.

Piensan y recuerdan mucho más las penurias que los placeres. Esto es porque entran a la cancha con una mochila cargada de pensamientos, emociones o preocupaciones personales, familiares, laborales económicas, etc., que no pertenecen al squash, pero que se trasladan al mismo.

El placer de jugar no se merece que lo contaminemos con esos contenidos no squashisticos, y casi le puedo asegurar que si abandona esa mochila fuera de la cancha, resultará más liviana cuando la cargue nuevamente.

*Gentileza del Prof.Ignacio Parma

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